La música electrónica tuvo que reinventarse.
A un año del inicio de nuestra peor pesadilla como ravers, la música electrónica ha sido uno de los géneros que ha sabido muy bien cómo sobrevivir, pues a pesar de no poder asistir a conciertos, clubes o festivales, pudimos disfrutar la música de diferentes maneras que nunca hubiéramos creído.
¿Cuándo hubiéramos imaginado asistir a un concierto de David Guetta en Dubai…desde la comodidad de nuestro sillón? ¿O qué tal a bordo de un bote en movimiento disfrutando la música de Martin Garrix? ¡Ni en nuestros sueños más locos! Pero gracias a la innovación, imaginación y muchísimo trabajo de estos DJ’s y sus staff, podemos viajar a innumerables partes del mundo escuchando música nueva o reviviendo nuestros tracks favoritos sin movernos de nuestra casa.
¡Y qué decir de asistir a festivales! Pudimos experimentar la magia de EDC Las Vegas y Tomorrowland, así como la increíble producción de Awekenings, cada uno con diferentes dinámicas tales como recorridos virtuales en las locaciones, fiestas a través de zoom mientras disfrutábamos de los sets de nuestros DJ’s favoritos, interacción a través de redes sociales y claro, a través de apariciones flash de algunos de nosotros en las pantallas virtuales del festival.
Desde luego no se pueden quedar atrás las espectaculares transmisiones de Cercle, que nos transportaron a lugares maravillosos como una fiesta arriba de un globo aerostático cortesía de Ben Böhmer, un live act desde Abu Simel en Egipto gracias a WhoMadeWho y claro, Disclosure desde ese mágico lago en Croacia. Gracias a estas transmisiones desde los lugares menos pensados para armar una fiesta en el mundo, pudimos disfrutar de vistas increíbles que sin duda nos hicieron sentir aún más la música al imaginarnos estando ahí presentes.
Sin duda la tecnología ha sido un arma clave para que todas estas transmisiones pudieran suceder, pues con el paso del tiempo pudimos apreciar cómo fuimos cambiando de la sala de un DJ con una pantalla verde de fondo hasta un escenario, fuegos artificiales y lásers totalmente virtuales, además de claro, el uso de drones para grabar locaciones físicas.
La música sin duda fue nuestro más grande salvavidas, pues nunca se fue, nunca paró, todo lo contrario, todos los días pudimos disfrutar de diferentes transmisiones en vivo ya sea en podcast o livestream, todos los días tuvimos la oportunidad de dejar de escucharla en medio de un dancefloor y comenzamos a sentirla, dejamos de necesitar estar en medio de una gran fiesta o festival para saltar de alegría, convertimos nuestro cuarto en una pista de baile, hicimos amigos virtuales, dejamos que la música hiciera lo suyo y nos mantuvimos unidos tal como ahora.
Esa es, la magia de la música.
Nota de Alberto Moreno.
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