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Un After

Un After

Fotografía Solomun en Parque Bicentenario

Desde muy pequeños y en nuestra sangre latina corre la fiesta. Hemos estado en bautizos que se han convertido en fiestas enormes, en bodas que se han extendido días y desde luego hemos estado acostumbrados a dormir en bultos, sillas, sillones o en lugares no tan convencionales. Para nosotros estar pasando un buen rato no es suficiente, siempre buscamos tener más de ese momento y crear más memorias, hacer más amigos, escuchar más música. Hay momentos en los que quisiéramos que la fiesta no terminara, que fuera eterna, y a esos momentos les llamamos de una sola manera: After. 

Ir a una fiesta siempre ha sido símbolo de pasar buenos momentos. Y ni se diga de ir a festivales o conciertos, que probablemente fue el primer contacto con una fiesta de larga duración. Llegar, estar ahí y pasártela tan bien que no quieres que termine es un sentimiento único. Desde luego es mejor los primeros dos días de festival, cuando aún nos sobran energías para ir a otro lugar para seguir bailando y conociendo personas que tienen la misma pasión por la música que nosotros. 

Fotografía de Solumun en Tulum

En un after definitivamente no escuchamos la misma música que escuchamos en la fiesta, tiene un toque especial. Los beats pueden ser más lentos para que descanses de la fiesta anterior e ir subiendo poco a poco hasta hacerte explotar de energía de nuevo y bailar hasta que no sepas qué hora es de lo bien que te la estás pasando. A lo largo de la historia hemos escuchado que es una fiesta en donde abundan las drogas, pero no tiene por qué ser así. La música debe ser lo que impere en esa fiesta porque después de todo es para lo que vamos. 

Como bien sabemos la mayoría de estos eventos se organizan en lugares alejados, abandonados y con un toque obscuro que te impacta. Eso es lo que hace mágico a un after. La gente, la música, los DJ’s que aún siendo las 3:00 a.m dan lo mejor de sí detrás de los players, e incluso algunos se reinventan y preparan un set totalmente diferente para esa hora de la noche. Los beats marcados, pesados, las luces intermitentes y la gente en busca de más diversión es el reflejo perfecto de un after, una fiesta que parece que no tuvo inicio y no tendrá fin. 

Fotografía Day Zero

Un after es sin duda una experiencia que todo mundo debería experimentar alguna vez en su vida. Desde los inicios de la música electrónica han existido eventos que comienzan a las 7:00 p.m. y terminan a las 7:00 a.m del otro día enriqueciendo totalmente la experiencia de quien la vive. Es estar encima de una montaña rusa pasando de lo más rápido a lo más lento y de nuevo ir rápido. La travesía musical que se vive no tiene igual y es que afortunadamente cada DJ tiene un estilo diferente y escucharás música que no tenías idea que existía y que aún  con los pies destruidos te está haciendo bailar. 

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Desde luego que existe un cierto tabú al rededor de los after por los motivos que ya mencionamos antes y que claro conocemos, pero hacerlo de vez en cuando no está nada mal. La fiesta sana y con medida nunca hace daño, aprender a divertirse con la música y con la gente que te rodea es algo sumamente valioso, pues te muestra que no hay nada más que te una con ellos que vivir más experiencias juntos, que bailar horas y horas a lado de tus amigos con los cuales sales todos los días, es el verdadero motivo para estar en un after. 

Cada vez que tengas la oportunidad de explorar una fiesta diferente, arriésgate. Descubre nueva música y descubre nuevos DJ’s, descubre nuevos ritmos que no sabías que podían hacerte bailar y conoce gente con la misma pasión por la fiesta que tú. Solomun, Damian Lazarus, Tale Of Us, Adriatique o Carl Cox son algunos de los especialistas en After y seguramente estarán felices de saber que estás bailando con ellos en esas largas fiestas de 12 horas en las que ves cómo se esconde el Sol y como vuelve a salir. 

Fotografía Zamna Tulum

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